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Más allá de lo táctico

No es por ser aguafiestas, pero no veo tan claro eso del triunfo independentista en Cataluña. En el mejor de los casos para él, los resultados del domingo aparecen como una victoria insuficiente, apenas un paso adelante más en un camino con pocas rosas y bastantes espinas. En el peor, estaríamos ante el prólogo de una crisis que va a devorar a alguno de los protagonistas de los últimos años. Pero anteayer no era la relación de fuerzas entre partidarios del Sí y del No lo único que se dirimía en las urnas catalanas. Los partidos estatales también competían entre sí, con la mirada puesta en la próxima cita del 20 de noviembre. En la sede madrileña del PSOE habrán respirado con los votos obtenidos por su franquicia del PSC. Para Podemos, en cambio, suponen un tropiezo serio los magros resultados de Catalunya Sí que es Pot. Al otro lado del espectro, nos encontramos con el inconmensurable batacazo del PP, y el correlativo y meteórico ascenso de Ciudadanos. Tal vez sea pronto para dar por apagada la estrella popular, pero es innegable que el partido de Albert Ribera va a pintar mucho en la política estatal de los próximos años, ya sea en el Gobierno o en la oposición. Javier Esparza, desde este mismo domingo líder provisional de UPN, lo entendía así incluso antes de los resultados catalanes. Sus votos por un pacto con la nueva supernova tienen, sin embargo, una carga más allá de lo táctico. Las “líneas rojas” que, hasta para sentarse a hablar, UPN ha mantenido siempre con el nacionalismo vasco no existen para Ciudadanos. Ello, a pesar de ser una formación tan centralista y antiforalista que ni tan siquiera consiguió representación en las últimas elecciones forales. Puestos en la tesitura de elegir, de la Navarra foral y española que desde su fundación dice defender UPN solo va quedando lo de española.