Síguenos en redes sociales:

Navarra, en la Azoka

la Azoka de Durango, la popular Feria del Libro y del Disco Vasco, cerrará hoy las puertas de su 50ª edición, tras haber cumplido medio siglo en esta localidad vizcaína. Una vez más, este año han vuelto ha presentarse centenares de novedades literarias y discográficas para centenares de miles de visitantes y compradores en un centenar largo de stands. La relativa novedad es que uno de ellos ha sido del Gobierno foral. Las publicaciones de la Administración navarra -sobre todo las de su Departamento de Cultura- estuvieron presentes casi desde los primeros años de la feria duranguesa, desde la época de la misma Transición. Esa presencia se mantuvo bajo las presidencias de Urralburu, Alli y Otano. También durante los primeros años del mandato de Sanz. Esto fue así hasta que en 2001, en el marco de la contrarreforma lingüística que impulsó el ejecutivo del corellano de común acuerdo con el PSN, se decidió que Navarra no pintaba nada en una feria del libro y disco vascos. Así lo anunció Pedro Pejenaute, responsable de la peor y más sectaria política lingüística que se ha hecho en Navarra desde la muerte de Franco. El gobierno de Uxue Barkos, como en otros temas relacionados con el euskera y la cultura vasca, ha decidido volver a donde habíamos estado siempre. Ese lugar que, año tras año, visitan miles de navarros y en el que editoriales, autores y creadores de la Comunidad Foral han seguido presentando sus últimos trabajos a pesar del boicoteo de su propia administración. Me sorprende que, a estas horas, Ana Beltrán (PP) no haya presentado ya una interpelación parlamentaria al respecto, Javier Esparza (PP) no haya clamado por esta nueva falta de respeto a esta tierra y María Chivite (PSN) no haya dicho ya algo sobre la obsesión con el euskera de los nuevos gobernantes.