República confederal
No sé a quién puede sorprender que Sortu, heredera de Batasuna, proclame que va a trabajar para la consecución de una “república confederal vasca” que incluya a Navarra. Lo raro sería que anunciara el abandono del republicanismo, del independentismo y de la “territorialidad”. Sí resulta llamativo que el invento lleve fecha en el prospecto. 2026, según la ponencia publicitada estos días. Es innegable, ponerles día y hora ayuda a visualizar los objetivos. No hay comparación posible entre “un día de estos tenemos que echar una birra” y “el viernes a las 9 en el Toki. Si llegas antes me vas pidiendo una Franziskaner”. Lo malo es cuando las cosas no dependen de ti o solamente en un tanto por ciento, no desdeñable, pero sólo un tanto por ciento. El tiempo pasa volando, caen las hojas del calendario y el día en que todo debería ser diferente la gente se levanta igual que todos los días, hace las mismas cosas que todos los días y sucede lo mismo, o casi lo mismo, que todos los días. Afortunadamente, nadie o casi nadie se suele acordar de la promesa de una década antes. Por de pronto, a Sortu no le va a faltar trabajo para convencer de las ventajas de un estado independiente a una mayoría de ciudadanos, tanto de la Comunidad Foral como de la CAV. Por no hablar de los de la futura colectividad vasca del norte de los Pirineos. Quizás en Madrid lo acaben poniendo fácil: el panorama del Estado da cada vez más ganas de salir corriendo. Tal vez era por eso que la primera plana del Diario de Navarra rivalizaba en tamaño con la de Gara, solamente que como si anunciaran la matanza de los inocentes o el holocausto caníbal. Ya que han fallado sus previsiones sobre la hecatombe económica, la discriminación de los castellanoparlantes y la fuga de empresas, a ver si aciertan con esto. No caerá esa breva.