La red de Atención Primaria y Especializada ha registrado en los últimos diez meses casi 152.000 citas fallidas, es decir, una media de 500 huecos que dejan de aprovecharse cada día para realizar visitas a pacientes. Aunque el número desciende año a año, el departamento de Salud vuelve a lanzar una campaña para concienciarnos de la importancia de acudir a las citaciones previstas o avisar con suficiente antelación si no podemos para que otra persona ocupe nuestro lugar.
Sin duda, éstas son maneras de sociedades tan privilegiadas como la nuestra. Por un lado, escuchamos continuamente que las listas de espera son interminables, que alguien lleva meses esperando a un especialista o someterse a una prueba pero, cada día, ni diez ni veinte sino medio millar de personas deja de ir al médico a la hora señalada y ni siquiera lo comunica. ¿De qué vamos? Con semejantes cifras no queda otra que afirmar que somos unos malcriados, que sólo pensamos en nuestro interés, y unos consentidos ciudadanos que no sabemos tratar con respeto a la magnífica sanidad pública de la que disfrutamos. Criticamos las listas de espera y en muchas ocasiones las quejas tienen fundamento, pero debiéramos levantar también la voz contra tantos que desde la desidia y el egoísmo las alargan aún más.