La que ha liado Mikel Aranburu, nuestro consejero de Hacienda y Política Financiera. Si alguien no me desmiente, es la primera vez, desde que echaron a andar las instituciones forales del Amejoramiento, que el Gobierno de Navarra decide unilateralmente no pagar una parte del dinero que le exige su homónimo central por aplicación del Convenio Económico. Hablamos de 93 millones. Semejantes gestos de rebeldía no han sido infrecuentes en las casi siempre tensas relaciones entre el Gobierno Vasco y Madrid, pero resultan inusitados por estos lares. El PSN nunca lo hizo, y UPN, a quien el puñetazo en la mesa del Gobierno de Barkos le deja en bastante mal lugar, todavía menos. Resulta esclarecedora la reacción de los regionalistas, mucho más virulenta que la del propio PP navarro en el momento de reprobar al Ejecutivo foral y posicionarse inequívocamente, también en este tema, al lado del gobierno central. Sus medios afines dicen que el enfrentamiento Madrid-Pamplona estaba cantado desde que el cuatripartito acabara con la carrera presidencial de Javier Esparza. Dudo que estuviese en el guión del gabinete de Geroa Bai meterse en esta bronca. Muy claro lo tenía que tener este gobierno, que a algunos les sigue pareciendo tan tibio y tan premioso en la toma de decisiones, para esta insumisión en toda regla. Contraataca el Ministerio de Hacienda, acusando a Navarra de “incumplimiento flagrante de la ley”. Para saber a cuál de las dos partes creer basta con responder a esta pregunta: ¿a quién le prestaría usted 50 euros? ¿A Mikel Aranburu, con esa cara de pedazo pan, esos modales exquisitos y esas pintas de Harry Potter estudioso que tiene? ¿O a un Voldemort de sonrisa vampiresca y maneras de macarra de discoteca como Cristóbal Montoro? Pues eso. Gamazo, levántate y anda. Hasta aquí llegó la riada.
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