El mundo es el no-yo. Una definición de mundo: lo que empieza apenas un par de centímetros más allá de tus narices. No parece que esté lejos, pero a veces cuesta verlo. Tú, ¿qué opinas? ¿Crees que tiene buen aspecto? Los medios de masas suelen ofrecernos una visión global turbadora. ¿Prefieren destacar los cataclismos, la violencia, el error? Lo prefieren. El mal es espectacular. Estos últimos años de crisis económica y brutal terrorismo se ha erizado el pesimismo colectivo: hay un contagio de lo negro. Según un estudio reciente, el 87% de la población mundial piensa que en los últimos años la pobreza global ha empeorado. Sin embargo no es así. Los datos señalan lo contrario. La situación mundial mejora paulatinamente: si analizamos los últimos diez, los últimos veinte, los últimos cincuenta años. Mejora en todos los parámetros considerados importantes. El famoso científico y lingüista canadiense Steven Pinker lo expresa con sencillez: “La gente a lo largo y ancho del mundo es más rica, disfruta de mejor salud, vive más tiempo, es más libre, tiene mayor educación, es más pacífica y goza de mayor igualdad que nunca antes”. Los números son concretos. El estado de ánimo es algo abstracto (y puede inducirse y manipularse interesadamente). No estoy seguro de si me gusta oír este tipo de mensajes positivos y algo naífs, porque yo soy estructuralmente un pesimista suspicaz y mi cerebro necesita oscuridad para sentirse bien. Pero bueno, ya que estamos empezando el año, hagamos una excepción. Puede que la situación en el mundo en términos generales (es decir: incluyendo a China) haya mejorado y siga haciéndolo. Pero sigue siendo un desastre, eso es innegable. Si algo tengo claro, es que los pesimistas siempre tendremos razones para serlo.
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