El episodio del pasado jueves de la serie Mentes Criminales, basado en la investigación de este equipo policial tras el hallazgo de las orejas de un turista estadounidense desaparecido en los Sanfermines, fue la alucinación de unos ignorantes prejuiciosos y absurdos.
No sé por dónde empezar. En una suerte de callejuelas encaladas, entre patios de palmeras, ondeaban decenas de banderas españolas cuando un imposible encierro se iniciaba en el callejón de la plaza y concluía cerca del Ayuntamiento. Además, el vallado era una chapa de nada mientras la capilla de San Fermín parecía El Escorial, etc. Pero lo mejor fue el contenido del capítulo: las citadas orejas son halladas junto a un importante “monumento vasco en la Plaza de Vasconia”, lugar en el que es habitual que “los nacionalistas vascos intenten apropiarse de la fiesta?”. Ese monumento, en el que aparecía una leyenda en euskera flanqueada por una bandera española y una ikurriña, se elevó después de que “en 1978, hubo disturbios en esta plaza, un vasco fue agredido por las autoridades y se desató la violencia”. Y claro, como los extranjeros secuestrados no mostraron respeto a los toros durante su carrera, un ganadero navarro los torturaba y asesinaba, dando de comer a sus animales los restos triturados de sus víctimas. Lo dicho, alucinante.