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Paseo mental

Una cosa lleva a la otra. Está claro que cuando Shakespeare escribió que la vida era un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no tiene ningún sentido, no pensaba en Trump, pero cuando Trump dice que el mundo es un lugar furioso, yo pienso en esa frase de Macbeth. Si el mundo es un lugar furioso, Trump es un fractal activo que recoge la furia, la multiplica, la expresa y la provoca. Y por desgracia no es el único aunque su escala es formidable y además hay tonos que se contagian. Esto de Trump es como la espuma de la cerveza. Cada birra tiene su espuma y cada líder es un producto de (todo) su momento.

Estaba yo irritándome sola en este paseo mental cuando me topé con un reportaje sobre el programa SETI de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre. Todo va a hacer falta. Y como en cuanto veo una imagen del cosmos se me pasan todos los males, ahí me quedé clavada. Parece que debe de haber, inteligencia extraterrestre, mucha casualidad sería que fuéramos la única inteligencia del universo, así que para encontrarla o que nos encuentre hemos mandado desde señales de radio a discos de oro, deslumbrantes tarjetas de visita que nos presentan como una hermosa humanidad multicolor, políglota, armoniosa y con grandes dotes para las matemáticas y la composición musical.

Puesto que tales embajadas han partido hasta ahora de EEUU, me pregunto qué mensaje mandaría Trump de tener que hacerlo, ¿un tuit?, ¿utilizaría expresiones como calamares babosos o monstruos con un solo ojo? ¿Qué mensaje mandaría usted un día bueno? ¿Y uno en que se haya dejado abducir por la furia y el destemple ambiental? A veces, ya se ve, miramos al cielo. A ver si nos contactan.