Por ahora son pocas las personas preocupadas por las consecuencias del adelanto de los exámenes de septiembre en ESO y Bachiller. De aquí a unas cuantas semanas, miles de padres se van a echar las manos a la cabeza.

De acuerdo con el calendario escolar de Navarra, los alumnos de estos niveles educativos terminarán el curso a finales de mayo, quienes tengan que recuperar alguna evaluación se examinarán días después y, al término de la primera semana de junio, todos conocerán sus notas finales. Para aquellos que suspendan, la convocatoria extraordinaria de exámenes que hasta ahora era tras las vacaciones estivales será hacia el 20 de junio. La cuestión es que ésta es la fecha en la que oficialmente los estudiantes terminan las clases.

Es lógico que el profesorado y Educación piensen en atender y ayudar a los chavales con asignaturas pendientes, pero ¿qué va a ser del, más o menos, 80% de alumnos cuyos boletines de notas les aseguran que ya no tiene que estudiar? Las circulares del departamento hablan de un tiempo de repaso de los temarios. Alguien va a tener que idear una estrategia más atractiva para que miles de adolescentes no pierdan, ni hagan perder a sus compañeros aún no aprobados, decenas de horas lectivas. Es un gran problema, pero podría convertirse en una hermosa oportunidad educativa.