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Es noticia

Suelo anticipar con dolor ese momento en el que en una catástrofe lejana aparece una víctima de aquí. Porque entonces los medios cambiarán su enfoque sobre la noticia dejando de lado lo que sucedió para centrarse en la experiencia personal del compatriota, convirtiendo el suceso en poco más que el escenario donde ese de los nuestros sufrió algo noticiable. No, si lo entiendo: el periodismo bebe de lo que toca de cerca a quien consume las noticias, y si en un desastre lejano alguna de las víctimas es cercana tendremos noticia segura. Y que lo mismo pasa en todo el mundo. Más aún: aun eliminando el efecto de lo cercano resulta que hay catástrofes y catástrofes, una geografía del desastre, un norte y sur de la noticia. Hace un par de meses llegué en mis lecturas a un análisis utilizando el big data, es decir, trabajando la información que existe en el mundo digital y agregándola con criterios, sobre qué tipo de catástrofes naturales y en qué circunstancias se convierten en noticia de portada. Y cuáles no, evidentemente. ¿Hay patrones? Por ejemplo, estos días nos hemos solidarizado con Texas y los tejanos por los daños de la tormenta Harvey, pero esta misma semana el monzón lleva más de 40 millones de personas desplazadas en India, Nepal y Bangladés y 1.200 muertos. ¿Lo sabía? El estudio al que me refería, de Max Roser y Hannah Ritchie, muestra que con que una persona muera en Europa el tema será noticia en los medios pero que harán falta más de 40.000 para que nos enteremos si es en África o Asia. Unos pocos fallecidos por causa de un volcán o terremoto aseguran noticia pero la hambruna por una sequía necesitará de casi otros 40.000. Nuestra sociedad es cruel poniendo etiquetas a las personas muertas, y eso que en este estudio no sumaban los asesinatos provocados por la necedad y el odio humanos.