Con las temperaturas que estamos soportando, propias de finales de otoño y no de últimos de verano, aún parecen más lejanos los pasados Sanfermines. Cierto que los dos meses transcurridos ayudan a que, como mucho, hayamos guardado en el fondo de la memoria un par de buenos recuerdos de aquellos días, de sus estresantes preparativos, del temor a que algo podía pasar y sus bolardos, de la potente campaña del No es no y poco más.

Sin embargo, algunas de las, llamémosles, consecuencias de las fiestas han vuelto ahora en formas diversas para hacernos ver que, pese a que olvidar es natural, éste es un lujo que no todos se pueden permitir. Así, esta semana ha sido detenido y encarcelado el presunto autor de una violación denunciada por una menor de edad en la zona de la Milagrosa y fue identificado el joven acusado de golpear a dos personas por desavenencias ideológicas y futbolísticas. Para más abundamiento, también ha sido juzgado un hombre al que se le considera autor de diversos tocamientos en un bar durante la primera noche festiva.

Este frío adelantado nos empuja hacia la desmemoria de los tiempos soleados, pero las víctimas de algunos delitos cometidos en julio han tenido que esperar a septiembre para sentirse más cálidamente reconfortadas.