Barkos y Beltrán, en el mismo reclinatorio. Por una vez, se dan la paz. Comparten comunión religiosa. Beltrán españolea con mantilla y peineta. Uxue es devota de las alas plateadas de San Miguel de Aralar; Ana de las alas manchadas de la gaviota del PP. Ni el Gobierno, ni Geroa Bai, ni el PPN, ni UPN están de acuerdo en reducir al mínimo establecido en la normativa estatal el número de horas lectivas de la asignatura de Religión. Preguntas a la presidenta en sesión de control al Gobierno. Origen: una proposición de ley presentada por el resto del cuatripartito (EH-Bildu, Podemos, I-E). Geroa Bai optó por quedarse en la sacristía. Los proponentes aducen el acuerdo marco programático y un compromiso presupuestario precedente. Establece el estudio de “vías legales para no impartir religión confesional en el currículum escolar, lo cual no excluirá el estudio del hecho religioso y de las religiones”. Son conscientes de que “la legislación española no nos permite tomar decisiones propias en Navarra” en cuanto a sacar la religión de la escuela, pero “sí permite reducir las sesiones”. Otras Comunidades lo han hecho, con aval jurídico. Para Barkos, la iniciativa es “adecuada” pero no “oportuna”. Conclusión del Ejecutivo “después de un arduo, profundo y serio análisis de las circunstancias”. La clave: en nada resuelve “el debate fundamental, que es la laicidad de la escuela”. Y un escollo: razones laborales. Los profesores empiezan a movilizarse. Barkos no quiere un viacrucis de doce estaciones hasta mayo del 2019. Y menos ser penitente de decisiones propias o de sus correligionarios de conveniencia. Solo le falta que la derecha sume la religión en la escuela a sus obstinados mantras de la identidad, el euskera, las banderas, el TAV y la servidumbre a Bildu. Los promotores de la reducción confían en el apoyo del PSN. Insuficiente en lo aritmético, pero estéticamente demoledor para los de Barkos. Monaguillos de la derecha católica.