mundial de fútbol en Rusia. Un hincha argentino dicta a una japonesa “Soy una perra” y ella lo repite a cámara, la del móvil del forofo. Otro graba a una chica rusa mientras repite lo que él le dice. “Quiero chupar pija”. En un recinto cerrado un grupo de mexicanos con una joven eslava a hombros corean “¡La rusa va a probar el chile nacional!”. Junto al asco se me acumulan las preguntas retóricas. ¿Esto es divertido? ¿De verdad resulta gracioso que una mujer se insulte y se humille sin saberlo? ¿Se puede ser más descerebrado? ¿En qué parte del bajo vientre subsiste la neurona de estos tipos? ¿Qué problema de autoestima tienen, o de virilidad, que probablemente sea donde reside el 100% de su autoestima? No consigo entender de dónde sale esa basura mental ni sé cómo la vamos a procesar. De dónde viene una cosificación y una animalización de la mujer tan brutal. También se podría valorar el motivo por el que esas chicas entran en el juego de repetir algo que no entienden en ese contexto. Sea cual sea, eso no justifica ni da pábulo ni hace comprensible que esos desgraciados las denigren como lo hacen. Hace unas semanas dos hombres en Ondarroa aprovechan que una mujer ha bebido de más para violarla. Trabaja en el bar del padre de uno de ellos. Resulta familiar la actitud de todos estos tipos y el pensamiento que la sostiene. Es el mismo que sustenta el comportamiento de esos cinco que están en la calle mientras el Tribunal resuelve sus recursos. Una mujer no es tu igual, es inferior, es algo que se puede utilizar y tirar. Una mujer es una cosa. El mensaje que emiten es brutal. Pienso que ofrecerles un minuto de protagonismo en cualquier programa de TV o de radio, darles una línea de un periódico o de una web es proporcionar un altavoz a la inmundicia. Y una tremenda irresponsabilidad social. No lo merecen. Al resto, a la gente de bien, os deseo el verano que sí os habéis ganado. ¡Felices vacaciones!