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Esto es un aviso

Puede que lo que ha pasado en Andalucía sea un aviso. Para empezar, han fallado los sondeos. ¿Sí? También en el referéndum del brexit fallaron los sondeos. ¡Joder, qué sorpresa! También con Trump fallaron los sondeos. ¡Ostia, no puede ser! Pues sí puede ser y, de hecho, es. Puede que lo que pasó en Italia en marzo fuera un aviso: políticos jóvenes, caras nuevas, partidos nuevos, gente sin pasado con un discurso claro y duro en contra de la inmigración: sin palabras bonitas, sin tapujos: los italianos primero. Desde luego, el estilo ha cambiado. Y el estilo es importante. Porque no es que sea nuevo, precisamente. Vuelve el hombre. Son todo tíos, otra vez. Son duros, no les importa insultar. El mismo Casado cambió de estilo, endureció el discurso de la noche a la mañana en cuanto se hizo con la Presidencia del PP. Puede que lo que está pasando en Europa sea un aviso. Lo que está pasando en Holanda, en Bélgica, en Austria, en Hungría, en Francia, lo que está pasando en Alemania. ¿Qué está pasando en Alemania? Pues lo que está pasando es que los neonazis ya no se ocultan, ocupan las calles, exhiben sus viejos símbolos sin pudor, han recuperado el lenguaje y las consignas de antaño. Puede que lo que está pasando en el mundo sea un aviso: mira a EEUU, mira a China, mira a Brasil, mira a Rusia. Pero un aviso de qué, se preguntará quizá el amable lector. Pues un aviso de que esto no es ninguna broma. Un aviso de que hay que empezar a tomárselo en serio. Un aviso de que la izquierda está en la inopia. Y sus supuestos votantes no se enteran de nada. Un aviso de que el nuevo perro de tres cabezas (la ultrarreligiosa, la ultraliberal y la ultrapatriótica) se lo puede comer todo en cuestión de meses. Puede pasar. 2019 está a la vuelta de la esquina. Año de urnas rabiosas, es un aviso.