La frase “es de cine” o “de película” se aplica sobre todo a situaciones de bienaventuranza social, pero también son de cine las historias para no dormir que ahora mismo menudean.

El cineasta José Luis Cuerda acaba de estrenar Tiempo después, una película tan delirante como vitriólica, de las de tiemble después de haber reído: “Si os reís, hacedlo, pero sabiendo de lo que os estáis riendo”, dijo hace tiempo este director que sabe que la sátira es mejor defensa que el alegato a lo Espartaco, que ese «”ya aburre”, como dicen los más sesudos.

Por mucho que parezca desarrollarse en un futuro improbable, es de una actualidad tan rabiosa que muerde. No me gustan las distopías, la sola palabra me pone en fuga, pero los delirios me gustan a rabiar. En la película aparece un rey de bastos en extremo reconocible, hay maderos y hay parados, hay frailes y hay monjas, hay desahucios, arbitrariedad, patriotas, poetas, jitos fabulosos, lucha de clases, sí, esa que había dejado de existir por decreto ley casi, como cuando el señor alcalde declaró, por medio de su pregonero, que Dios era uno y trino (En Amanece que no es poco).

En unas recientes declaraciones ha dicho Cuerda: “Me parece que en España todo va a ir a peor, a mucho peor”, algo que ya venía repicando en las redes sociales desde hace tiempo. Tiempo que sonríe a unos y muerde a otros, que se defienden como pueden y buscan refugio en bosques imaginarios de las asechanzas de los salvadores de la patria que llegan a caballo y rodeados de sayones berreadores. ¿Quién nos salvará de los salvadores de la patria? La coalición andaluza de la extrema derecha con los otros partidos afines es una amenaza generalizada. Cuando las barbas del vecino veas pelar... pero los barberos están pelándose entre ellos para regocijo de los salvadores de la patria. A este paso, la izquierda con sus coaliciones tiene los días contados.

De cine es también la muy delirante historia de Curro, el perro alano condenado a muerte por atacar a un maleante de nacionalidad rumana que entró a robar en la propiedad del dueño del perro y fue atacado por este, que posa ante las cámaras parapoliciales con un collarón rojigualdo como corresponde a todo patriota que se precie.

La noticia es completamente falsa pero ha servido a cazadores y voxistas para arremeter contra animalistas, jueces, políticos, y encender una campaña de xenofobia activa y de racismo patriótico, que beneficia, de manera obvia, a los partidos para y filopoliciales que se abanderan detrás de esos contravalores. El perro patriota va a ser sacrificado por haber defendido a su amo frente al extranjero maleante, cargado de antecedentes. Es de una grosería mayúscula, pero funciona. Las noticias falsas, a modo de spots publicitarios, son eficaces promociones, porque quien les presta atención no se pregunta si eso que ve o escucha es verdadero o falso, con que sea lo que quiere oír le basta. Los spots publicitarios de violencia extrema sobre la invasión de los inmigrantes, el uso de la fuerza contra ellos y todos los lugares comunes que los acompañan son un hecho. Corren incendiarios por las redes. No solo entre gente de flagrante muy baja instrucción o cortas luces, sino entre gente que se siente acomodada, integrada, pilares de comunidad digamos, aunque meta miedo tenerlos en el vecindario. Cuerda se queda corto con sus delirios, la realidad le va superando día a día.

Como dice el cineasta, esto va cada día a peor, de manera imparable, es un deterioro social, político, cultural que solo beneficia a los salvadores de la patria, autoritarios, reaccionarios, más partidarios de la fuerza y de un mundo de vencedores y vencidos. Tiempo después, no, ahora mismo, cuando toca prender la mecha de la bomba castiza, esa que arroja confetis rojigualdos, matasuegras de pólvora negra para celebrar la noche de la cohetería.