ay una teoría que dice que a las olas del covid no les afectan casi en nada las libertades o restricciones que se apliquen, sino que se trata de un virus que al margen de cómo nos relacionemos va a crear un dibujo concreto. Ahondando en eso, los defensores de la misma argumentan que cuando un gobierno -como el navarro- establece restricciones como las de cerrar la hostelería el 22 de octubre lo hace ya sabiendo o intuyendo que la incidencia va a comenzar a bajar rápido. Pero no por esas decisiones, sino por la propia naturaleza de la ola. Y que luego se va a apuntar el tanto de la bajada, a pesar de que ese tanto se haya hecho en la chepa de miles de trabajadores y negocios. Me parece una teoría aberrante desde el punto de vista de adjudicarle a ningún gobierno semejante estrategia, pero, como de virus ni idea, a saber si no tiene alguna base cierta en cuanto a que las olas se dibujan por sí solas. No lo piensan así decenas de miles de expertos, epidemiólogos y virólogos de medio mundo, que si bien creen que sí es cierto que las olas igual se forman solas, lo que nosotros hagamos influye decisivamente en la altura de esa ola, su extensión y volumen total de daño generado. La semana que viene se reabre la hostelería, que, con sus entendibles emociones, pataleó exigiendo igual trato para transporte público, comercio, colegios, etc. Esos sectores siguieron abiertos y pasamos de 600 casos diarios a 80, con lo cual al menos esos sectores señalados mucho mucho no afectan, parece. ¿Solo fue por la hostelería la bajada? No, seguro que no, también afectó seguro y mucho el toque de queda y prohibir juntarse no convivientes. Bienvenida sea la hostelería, a todos nos gusta y queremos que la economía de todos vaya bien. ¿Seremos los clientes capaces de entender que en nuestras manos puede estar buena parte de lo que venga? No lo sé, aunque espero que algo hayamos aprendido.