días. Ya han pasado 10 días desde que oficialmente se retiraron las tropas estadounidenses del aeropuerto de Kabul en Afganistán. En este mundo de hoy, un día cuenta por varios meses, así que realmente ya han pasado casi años desde que la familia política de la tudelana Silvia Arrastia, la familia de su marido, el afgano Aziz, se quedó a las puertas de poder salir de la ratonera en la que se ha convertido su patria. 15 miembros de la familia de Aziz -cuyas identidades fueron las primeras facilitadas al Gobierno de Navarra- estaban a nada de llegar a la zona donde se gestionaban los embarques y al lado de donde explotaron las bombas suicidas que precipitaron aún más la huida occidental. Pero esos 15 y otros 20, hasta un total de 37 familiares directos, siguen bajo el más que inquietante dominio talibán. ¿Hay algo que hacer, se puede hacer algo más para que en un mundo que se supone avanzado y libre se logre que personas que quieren huir del terror lo puedan hacer de una manera segura y en el corto plazo? Parece difícil, visto lo visto estas semanas, en las que la sucesión de acontecimientos te iba dejando con la boca cada vez más abierta que el día anterior. Quizá solo ya esfuerzos diplomáticos al nivel de Unión Europea estén capacitados para tratar de ir solventando estas y otras muchas situaciones reales, palpables y terribles que ha ido amontonando como el polvo el abandono de los occidentales de Afganistán tras la caída del gobierno y la llegada de una nueva era talibán. Una realidad, por tanto, oscura para Aziz, Silvia y quienes les quieren y a quienes quieren, en la que el Gobierno de Navarra pero especialmente el Gobierno de España deberían intentar seguir insistiendo ante la UE sin tirar la toalla, por si se abren posibles vías de negociación. 10 días que parecen años y que imagino que dentro de Afganistán serán como siglos.