arece evidente que un adulto que no se ha vacunado contra el coronavirus pudiendo haberlo hecho es -salvo que sea un marciano que cree que todo es una invención- consciente de que si contrae el virus tiene muchas más opciones de pasarlas canutas que si se ha vacunado y del mayor riesgo al que se expone. Desde ese punto de vista, poco tengo que decir a nadie que decide vivir con esa mayor posibilidad de tener menos defensas si la mala suerte le viene a ver. Líbreme quien sea. También desde ese punto de vista, poco que cuestionar sus razones, así me puedan parecer unas u otras sinsentidos o incluso aberraciones, porque allá cada cual con sus argumentos. Pero sí que, ante todo esto, queda la certeza final de que habrá unos cuantos y unas cuantas por ahí que, corriendo ese riesgo vital mencionado, se van a ver beneficiados por la acción individual de miles de personas que sí se han vacunado y que con ese paso personal parece claro -vistos los datos- están reduciendo de manera muy notable la circulación del virus. Esto es: la acción de miles y miles de personas que sí han dado un paso que tú no has querido dar te está influyendo positivamente y reduciendo de manera muy clara el porcentaje de opciones que tienes de contagiarte, más allá de tus cautelas personales. No seré tan idealista de decir que cada uno de quienes nos hemos vacunado hemos pensado primero en el conjunto, ni muchos menos. Creo que hemos pensado primero y sobre todo en nosotros mismos y si luego y además eso colabora en general, pues mejor que mejor, pero lo obvio es quien no se ha vacunado ha pensado exclusivamente en sí mismo. Y todo el respeto a eso, claro, habida cuenta de las muchas posibles dudas que se puedan albergar con respecto a una vacuna como esta. Aunque aún quedan meses para saber si esto es algo definitivo, un favor que, eso sí, pocos de los agraciados serán capaces de agradecer.