ué necesidad tienen unas criaturas de menos de tres años de realizar actividades en inglés? En Finlandia, país que tanto admiramos en materia de educación, no empiezan a estudiar esta lengua hasta los nueve años y es evidente que nos dan mil vueltas. La cuestión no es emprender una carrera por ver quién empieza antes a pintar fichas en inglés, sino aprovechar el tiempo, las clases y los recursos para que ese aprendizaje sea rápido y eficaz. Nuestra obsesión por el inglés deja a la vista nuestras carencias y nuestros complejos como sociedad y de eso se valen los políticos. En Pamplona, sin ir más lejos, el Ayuntamiento plantea poner en marcha un modelo mixto en la Escuela Infantil de Fuerte Príncipe-Printzearen Harresi. Sería un modelo en euskera, porque la demanda social es abrumadora, pero con actividades en inglés. No nos dejemos encandilar por los fuegos artificiales. Con esto lo que pretenden, simple y llanamente, es desinflar el modelo de inmersión en euskera. Restarle tiempo y recursos. El euskera necesita espacios de protección, invernaderos, para poder desarrollarse pese a la presión constante de las lenguas hegemónicas que le rodean. Pero está claro que algunos no están dispuestos a concederle el más mínimo respiro, a pesar de que así lo reclame gran parte de la sociedad y las leyes vigentes, porque eso del euskera es "de obsesos". Y casualmente esos que abogan por estos modelos mixtos son los que se rasgan las vestiduras cuando la nueva Ley de Educación estatal "pone en peligro" al castellano. Claro, el español con 46 millones de hablantes en el Estado y unos 580 en total, tiembla ante los diez millones del catalán o el millón escaso del euskera. Tienen la cara de cemento.