Voces de toda clase de pájaros cruzan el aire limpio. El jardín ha dejado de ser una Amazonia palpitante repleta de anacondas escondidas, ha recuperado su condición de espacio domesticado y ahora el gran azul de una piscina circular reina en una esquina bajo las ramas de una especie que realmente se llama Árbol del amor. La promesa factible de bañarse de noche y desnudos bajo unas luces que colgamos de las ramas como luciérnagas orondas despierta en los niños una excitación que aún no saben definir y llena las horas de expectativa. Afortunados los que venimos a beber al oasis de la casa del pueblo. Y mientras edificamos esta realidad poética sobre todo lo prosaico y lo incierto del día a día ocurre, por ejemplo, que la Muestra de Cine y Derechos Humanos de Donostia rescata la épica real y contundente de la insumisión en Navarra en los años 90. Bi urte, lau hilabete eta egun bat. No he visto el documental pero sí recuerdo a los insumisos presos haciendo huelgas de frío, editando una publicación ahí dentro, sonriendo desde una ventana enrejada al fotógrafo Patxi Cascante en una foto icónica, sufriendo depresiones clínicas porque el compromiso, el coraje y la militancia no te blindan ante casi dos años y medio de celda solo por no querer participar en un servicio militar obligatorio. Los conciertos de apoyo, el txupinazo sanferminero alternativo, gente subiéndose al tejado del cuartel de Aizoain, encadenándose a árboles y monumentos y las manifestaciones multitudinarias por la Avenida del Ejército, cómo no, en las que participamos miles de personas con inquietudes ideológicas diferentes. La fortaleza y la transversalidad del apoyo social que se ganó el movimiento insumiso en Navarra fueron excepcionales. Imagino que en algún segundo de aquellos casi dos años y medio de cárcel Juan Cruz, Gaizka, Iñigo y todo el resto que aunque no aparezcan en este ejercicio de memoria también fueron protagonistas tuvieron la conciencia íntima de estar haciendo historia. A veces ocurre. Este año y aunque sea a nuestro pesar también estamos haciendo historia. Pero no se nos pide ninguna heroicidad, solo respeto y un poco de sentido común. Y vivir cada segundo del presente. ¡Buen verano! Os espero en septiembre.