oy podrías estar bajo un árbol en Norfolk, Virginia, o en alguna ciudad de Carolina del Sur donde los museos de ciencias naturales exhiben esqueletos de búfalo, quizá Charleston, y no lo sentirías aún. El rumor bajo la tierra sería todavía imperceptible. Tus pulmones se inundarían del olor del Atlántico y tus ojos se entretendrían en las filigranas de hierro que decoran los balcones en una casa de dos plantas y madera blanca. Por su puerta podría salir Scarlett O'Hara gritando enfurecida y vestida con unas cortinas de terciopelo. Pero no es el ocaso. Es sólo media tarde y ellas están ahí, unos centímetros más abajo de la hierba que aplastas con tu cuerpo abandonado. Son miles. Centenares de miles en estado latente. Despertarán cuando la tierra esté tibia. Después de 17 años bajo ese suelo. Son la generación X de las cigarras. En unas semanas, una vez que el calor llegue para quedarse y comience a desplegarse su reinado, saldrán a la superficie y miles de millones de zumbidos envolverán una amplia región del Atlántico medio y el interior estadounidense. Los machos en busca de pareja volverán a cantar como si frotaran entre sí láminas metálicas rasposas. Eso nos hermanará un poco. Las cigarras también perforan nuestras siestas de verano, en ese tramo denso de sopor donde se licúa el tiempo entre la piscina matinal y el paseo o la cerveza fresca a la caída del sol. Durante 17 años, mientras los demás hemos visto pasar más de cuatro legislaturas, terremotos políticos y retornos de modelos de pantalones que juramos no volver a ponernos, mientras hemos ido cambiando de trabajo, de casa, de pareja, esas cigarras han permanecido enterradas nutriéndose a oscuras con la savia de plantas y árboles y contando ciclos de hielo y deshielo. Un profesor universitario de patología forestal de Virginia Occidental explica que disponen de un sistema de recuento interno que les permite saber cuándo ha llegado el momento de salir a la superficie. Aquí y ahora la inmensa mayoría somos mucho más hormigas que cigarras pero también estamos esperando nuestro momento. Summer is coming.