Como ya sabrán, a Willy Toledo lo quieren empapelar por decir: “Yo me cago en Dios y me sobra mierda para cagarme en el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María”. Anteayer salió en libertad condicional sin fianza tras pasar unas horas en el calabozo por no presentarse ante el juez, y entonces multiplicó las tortas en tono conciliador: “Me cago en Dios y me cago en la Virgen y me sobra mierda para cagarme en el dogma de fe de la santidad de la virginidad de la Virgen María veintisiete mil veces”.

Yo no evacúo a ese nivel, pero sí creo cincuenta y cuatro mil veces, si cabe, que nadie merece ir a la cárcel por excretar de forma real o simbólica, como no merece ser degollado quien quema un Corán, ya que estamos. Eso es lo básico. Ahora bien, tampoco entiendo esa interpretación supuestamente revolucionaria según la cual los ofendidos son sólo una panda de trabucaires cristianos, y por tanto joderlos mola mucho. Me pregunto cómo responderíamos si otro activista defecara en público sobre el idioma amado, la patria particular, la ideología en boga, en fin, contra algo que sintamos propio o nos emocione y motive.

Progresismo es precisamente lo contrario: conducirse por el mundo de modo cívico sin necesidad de un censor que vigile nuestro comportamiento; discutir con cerebro las verdades impuestas sin caer en la soberbia de despreciar al prójimo; y tirar de sentido común antes que de legalismos. En suma, no hacer tanto de menos ni de vientre. “La vida sería mejor sin los fundamentalistas católicos”, ha afirmado el actor ya en la calle. Y también sin tal pedrisco de mocordos gratuitos, añade aquí un ateo.