"ste Gobierno es una apuesta estructural que va más allá de esta legislatura" (Vicepresidente y portavoz Remírez). Cumple dos años y le pone un "notable alto" en la gestión. Gobierno de coalición de PSN (11 escaños), Geroa Bai (9), y Podemos (2), con apoyo externo comprometido de I-E (1). La medida abstención de parlamentarios de EH-Bildu en la segunda votación sumó más síes que noes y lo facilitó. El PSOE de Rubalcaba y Pepiño Blanco no lo hubiera permitido. Como secretario de Organización, Blanco dinamitó el cambio en 2007 (agostazo): PSN (12), NaBai (12) e IUN (2) sumaban mayoría absoluta (26) por los 24 de UPN-PP (22) y CDN (2). En 2011, Roberto Jiménez (castigado en las urnas con la pérdida de 3 escaños) se dejaría camelar por Barcina (19), a la baja por la ruptura del PP (4). El Gobierno de coalición UPN-PSN se rompió, con posterior descalabro para unos y otros: UPN bajaría a 15 parlamentarios (los que ahora aporta a Navarra Suma) y el PSN a 7, su mínimo histórico. En 2015, Geroa Bai (9), EH-Bildu (8) y Podemos (7), más el apoyo de I-E (2) se bastaron para construir la vieja aspiración alternativa. La falta de influencia del PSN fue determinante. Ya en 2019, Pedro Sánchez permitió y las bases socialistas navarras apoyaron un giro en los comportamientos históricos del PSN. De momento, una excepción. Con reservas, por la actitud del PSN en el Ayuntamiento de Pamplona y en otros municipios. El Gobierno de Barkos -más autonomista- coaligó tendencias; el de Chivite -más dependiente de Moncloa-Ferraz (hasta en gestión de pandemia)- agrupa partidos. Ambas, presidencialistas. Los desacuerdos internos y los incumplimientos programáticos se insinúan, no se combaten. Guantes de seda para preservar el tesoro. Quizá por "apuesta estructural" con futuro se refiera al aspecto formal del Consejo de Gobierno, más hinchado que el ego de Felipe y Aznar. Si alude al fondo de las alianzas, una futura ajustada necesidad mutua sería virtud.