scalinata. Letanía desde el púlpito. La presidenta Chivite imitó la fórmula de atril al aire libre, en el espacio de los remozados jardines del Palacio de Navarra ahora abiertos a solemnidades. En lo alto de la escalera cuyos peldaños acogen las presentaciones en sociedad de los sucesivos equipos de Gobierno. Ínfula de estadista. Ecoapertura del nuevo curso político. Su asesor meteorológico acertó con la fecha; al día siguiente cayeron chuzos de punta. Despejado y con el termostato en punto de confort. Ahorro energético en el Salón del Trono o la Sala de Prensa, que no es poco al precio de la luz. Su entrada hubiera sido más espectacular con un descenso en tirolina desde la centenaria (164 años) secuoya. El escenario, más impresionante que las recurrentes letanías: salida triunfal de la pandemia, senda de recuperación económica, buena recaudación impositiva y llegada de fondos Next Generation, OPE para recortar la (vergonzosa) temporalidad, leal y exigente negociación del Convenio Económico, firma antes de fin de año de las transferencias de Tráfico, proyecto de Instituto Navarro de Finanzas y de una sociedad para el cuidado de las carreteras. Palabras pendientes de hechos. Reto: la aprobación de los terceros presupuestos. Atrio. Con este objetivo, el portavoz socialista Alzórriz ha montado en el espacioso atrio del Parlamento Foral un mástil con cintas al modo de Zinta dantza, un clásico del folklore vasco. Cintas de todos los colores para todos los colores del arco parlamentario. Negociación multicolor. Trenzadas en armonía, el resultado final es muy vistoso. Pero es un baile más complejo de lo que la reiteración de pasos puede desprender. Geroa Bai ya se ha pillado la cinta del TAV, que le parece social y verde. Navarra Suma se autoexcluye por sectario con Bildu, que sostiene el mástil. Aparcado en un rincón del atrio, un vehículo eléctrico. En la esperanza socialista de que VW active en otoño la llave de contacto. O malo.