Síguenos en redes sociales:

¿De verdad quieren elecciones?

no deja de tener su gracia que el PSN todavía siga reclamando el anticipo electoral. Cabe suponer que mantiene viva esta demanda por trasladar una imagen de cierta coherencia, pero que lo hace con la boca pequeña. Después de la profunda decepción que ha causado el veto de Ferraz a la moción de censura en la mayoría de la sociedad, que al menos desde 2007 ansía un cambio político, lo peor que le puede pasar ahora a la franquicia del PSOE en Navarra es que Barcina se levante un día de estos con el pie izquierdo y le dé por disolver el Parlamento y convocar a los ciudadanos a las urnas un año antes de lo previsto. Pueden estar tranquilos los dirigentes socialistas, porque la presidenta no les va a causar ese sofocón. Y no lo va a hacer porque no le conviene a su partido y, sobre todo, a ella, que necesita ganar tiempo para ver si desaparecen los nubarrones que ensombrecen su gestión. No lo va a tener fácil. A día de hoy, ni una sola encuesta tiene UPN que le mejoren sus perspectivas electorales. Al contrario. En todas ellas acusa el desgaste de su desgobierno, sus generalizados recortes y su errática política de alianzas, que le han dejado con el PPN como único e insuficiente aliado. No son, sin embargo, los socialistas los únicos a quienes les produce alivio que la legislatura se complete. También le viene como anillo al dedo a Aralar, que disfruta de seis escaños en la Cámara, obtenidos en coalición con la actual Geroa Bai, pero que es consciente de que en la próxima legislatura su representación quedará reducida, en el mejor de los casos, a la mitad. Además, para entonces estará integrado dentro del grupo parlamentario de EH Bildu, donde desempeñará un papel de acompañamiento al ritmo que marcará Sortu, la fuerza motriz de la izquierda abertzale. En definitiva, desde el punto de vista aritmético, las elecciones solo interesan a Izquierda-Ezkerra y Geroa Bai, las dos únicas marcas que hoy mejorarían su representación en la Cámara.