del ideario de UPN sabemos desde los tiempos de Jesús Aizpún que defiende la foralidad y españolidad de Navarra, pese a que sean términos contradictorios, ya que son los resortes del Estado los que cercenan y limitan nuestro autogobierno casi a diario. También pensábamos que esa defensa que los regionalistas hacen de la territorialidad de la Comunidad Foral incluía a quienes habitamos esta tierra, pero por lo visto estábamos confundidos. Y para muestra un par de botones de los últimos días que evidencian la tendencia a buscar fuera lo que tenemos aquí. Sin ir más lejos, la semana pasada el Gobierno nos sorprendía con el anuncio de que Samanta Villar ha sido la elegida para promocionar Navarra como destino turístico por un coste no revelado. No vamos a discutir la valía de esta periodista catalana, cuyo éxito televisivo está más que contrastado, pero sí puede cuestionarse que sea la persona idónea para vender una autonomía de la que no consta que tenga conocimiento previo alguno, como también que no haya entre nosotros gente suficientemente preparada para desempeñar esta tarea. Bastante más incomprensible es que el Parlamento que preside UPN se fuera hasta León para encontrar la persona que se iba a encargar de mejorar la señal audiovisual de la Cámara, que esta le presentara un abusivo presupuesto de 461.000 euros, que su proyecto quedara en el cajón a regañadientes de algunos y que solo unos meses más tarde se volviera a contactar con esta misma persona para volverle a pagar por hacer prácticamente el mismo trabajo. Pertenece al terreno tragicómico que la susodicha, que pretendía darnos un sablazo en toda la regla, esté en la cárcel por su implicación en el asesinato de la presidenta de la Diputación leonesa, pero cabe preguntarse si UPN cree de verdad en la valía de los navarros, porque no es de recibo que para encomendar algo a un ingeniero de telecomunicaciones haya que irse tan lejos. En fin. Así es el régimen.