aveces tengo la sensación de que no vivo en la misma tierra que otros compatriotas navarr@s, y que las cosas que suceden en algunos pueblos, muy al norte o muy al sur de esta comunidad, no pertenecen a la misma realidad... y no hablo sólo del hecho diferencial. Tengo que reconocer que Fitero, último pueblo de Navarra camino a Soria y lindante con La Rioja, lo conozco -en familia- por las cualidades terapéuticas de sus aguas. Y se que sus designios políticos están regidos por 11 concejales de UPN, osea todos sus corporativos (por cierto, gracias a la división del PSN). Imagino lo que supone poder hacer lo que el cuerpo (político quiero decir) les pide. Sin disidencia. Y es lo que han hecho, sin complejos, este fin de semana con motivo de las fiestas de San Raimundo. La programación oficial ya prometía por la inauguración del polémico cuartel de la Guardia Civil presidido por el ministro Jorge Fernández Díaz (su padre nació en Fitero), la presencia de las fuerzas vivas (incluyendo una siempre triunfante Barcina), las vacas saltarinas de la ganadería de Arriazu y una “santa misa cantada”. Con gritos de “Viva España” y “Viva la Guardia Civil” el cuartel que se cerró en 1991 por falta de actividad (fue dotacional destinado a centro de salud), que hasta la Asociación Unificada de Guardia Civil criticó por su despilfarro (1,8 millones que paga el Ministerio), se convierte en símbolo de un españolismo ramplón. Una obra que han tratado de boicotear -según el alcalde de Fitero-, los que “no creen en la Navarra foral integrada en España”. El tema de la autoridad siempre fascinó al cineasta Luis García Berlanga Berlanga en su sátira al régimen (años 50 y 60). En ese reparto coral de una sociedad rural donde no faltan curas, militares y politiquillos locales de baja monta, y sin escrúpulos, este domingo bien podía haber rodado la segunda parte de La Vaquilla. La Guardia Civil ha vuelto a Fitero aunque los agentes -dicen- no tengan ni para chalecos. Y en España ya no hay criminales, asegura el ministro. La foto del Nodo recorre las redes sociales. No es la bandera, es el tufillo...