Mariano Rajoy inició la campaña propinando un pescozón paternal a uno de sus hijos por deslenguado y va a ponerle el colofón encajando un puñetazo en pleno rostro. Las dos imágenes han reventado las redes sociales en este periodo entre debates y análisis de debates. Al presidente se le fue la mano en una emisora de radio ante la palabrería del niño (calificó de “basura” los comentarios de un videjuego) y termina sufriendo una agresión que en ningún caso, ni por la basura que han acumulado en esta legislatura cargos de su partido, encuentra disculpa alguna. Pero hay gente que tiene la mano demasiado larga... Ya digo que ni los casos de corrupción ni los recortes ni la reforma laboral justifican otra cosa que no sea un severo castigo en las urnas el próximo domingo.
Tengo curiosidad por leer y escuchar cómo se utiliza este grave incidente. Porque se va a manejar a favor del candidato y en contra de alguno de sus adversarios en la carrera por la Presidencia. Al agresor ya le adjudicaban ayer, sin mucho rigor, militancia o simpatías por determinado partido, y desde luego no es alguien expulsado de Nuevas Generaciones. Que a nadie le quepa duda de que si en ese moratón en pleno rostro se perciben signos de algún rendimiento político, los expertos de campaña le van a sacar el máximo posible en forma de votos.
El intentar acercarse a los ciudadanos (solo en tiempo de campaña) tiene estos riesgos, que imagino sopesan los equipos de seguridad. Hay políticos que viven tan de espaldas a los problemas de la calle que son muy vulnerables cuando abandonan el plasma, el salón de actos o el escenario de un polideportivo plagado de fieles. Porque en la calle vive la realidad y ahí acabas escuchando lo que no querías oír. De ahí no debería pasar; pero entre tanto descontento se cuela alguien violento o con ganas de protagonismo, que no mide las consecuencias de sus actos, y te da un bofetón. Y vuelves a casa y tienes que explicárselo a tu hijo...