La RAE define convivir como “vivir en compañía de otro o de otros”. No abunda el diccionario, sin embargo, hasta dónde abarca esa compañía, cuáles son los límites y a qué seres concierne o excluye. Entiendo que convivir no es complicado, pero depende de la compañía. Y tengo tres ejemplos cercanos y de actualidad. El primero habla de ese acuerdo que, según el Ayuntamiento de Pamplona, deben establecer vecinos y los jóvenes usuarios de bajeras de ocio. Me parece una dejación de funciones que ese arreglo de horarios quede a criterio de las partes, cuando los problemas que puedan surgir afectan no solo a los inquilinos del inmueble sino también al entorno, sea calle o plaza. En las bajeras, no solo en Pamplona sino en el resto de Navarra, colisiona el desenfreno hormonal de los adolescentes que no atienden ni a normas ni a consejos -aquí hay que asumir que todos hemos pasado por lo mismo...- y el derecho al descanso y tranquilidad del vecindario. Las posturas muchas veces son difíciles de conciliar y devienen en serios conflictos que hacen tensa cuando no imposible la cohabitación. El segundo ejemplo tiene que ver con los perros y sus deposiciones. Compartir tiempo y espacio con un perro aporta mucho. Pero tan importante como la satisfacción que dan a sus propietarios es que no incordien a los demás; y en este punto dejar cacas en parques y aceras es ya una epidemia pegajosa y olorosa. En Guadalajara quieren acabar con los dueños irresponsables mediante el reconocimiento del ADN de los excrementos para aplicar sanciones. En Sanfermines quizá se puede hacer lo mismo con las orinas callejeras... Y por último hay un revuelo montado en un pueblo de la Cuenca después de que los vecinos descubrieran en una página de contactos la oferta de servicios sexuales en una vivienda de la localidad. Parece que la presencia de señoritas de compañía ha alterado los ánimos por el trajín nocturno y el alboroto de los visitantes. No sé si en este caso mediará el ayuntamiento para fijar horarios o acabará prohibiendo a las chicas sacar a sus perros al parque cercano. En aras de la convivencia, digo.
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