Puestos a acortar la campaña electoral, me atrevo a sugerir una postura maximalista: reducirla a dos días suprimiendo además la jornada de reflexión. El viernes, un gran debate televisivo de las principales fuerzas locales y el sábado, otro de alcance estatal con los principales candidatos a la Presidencia. Y el domingo a votar. Así, en caliente. Entre otros inconvenientes más cotidianos -buzones llenos de propaganda electoral que acaba en la basura, sobresaturación de mensajes, acaparamiento de la actualidad...-, el Estado podría ahorrarse un buen pellizco en los Presupuestos, teniendo en cuenta que el gasto en las últimas elecciones (sin contar lo invertido por cada partido) alcanzó los 130 millones de euros. Habría que resolver qué margen tienen los pequeños partidos, los que nunca obtienen representación y cuyo caudal de votos, por menguado que sea, merece una consideración y un respeto.

Informes publicados en días previos a las elecciones generales del pasado 20 de diciembre subrayaban que los debates en televisión entre los candidatos animaron a votar a un 7% de quienes los escucharon; por el contrario, solo un 1% decidió cambiar de voto tras contrastar las opiniones de los principales aspirantes a la presidencia del Gobierno. No creo, por tanto, que una campaña más o menos larga decante las intenciones de la ciudadanía hacia un lado u otro. Formalizada la convocatoria, la mayoría tiene clara cuál va a ser su decisión, incluida la de no votar. Además, en las actuales circunstancias vamos para cuatro meses en los que la postcampaña y la precampaña se han fundido y es difícil identificar donde acaba la una y dónde comienza la otra.

A la tradicional campaña solo le veía el beneficio -como periodista de prensa- de las inserciones publicitarias, aquellas páginas y medias páginas que alegraban la contabilidad mensual. Pero eso también ha pasado a la historia: ahora los partidos pelean el espacio con remitidos, notas de prensa y entrevistas a los candidatos. Campañas low cost. Asi que economicemos tiempo y dinero.