ensaba que se habían extinguido. Como los dinosaurios. Que un meteorito cargado de convencionalismos sociales, de insuperables contrastes vitales y de achaques de la edad les empujaron a una retirada honrosa. Tenía en estos albores del siglo XXI a los hippies como figuras de un museo natural, como una especie digna de estudio que habitó el planeta en las décadas de los sesenta y de los setenta. Abanderados del lema paz y amor; escapistas de una realidad alienante que cortaban las cadenas que les ataban al mundo real a base de atiborrarse de drogas; protagonistas de festivales memorables como Woodstock o el de la isla de Wight. Por su indumentaria de túnica y pelo largo parecían escapados de un cuadro de la última cena, profetas de una nueva era que anunciaron pero que nunca alumbró. A los hippies se los tragó el tiempo y la dictadura de la economía de mercado; sus reductos fueron invadidos por oportunistas touroperadores, sus sonidos de sitar enmudecierom por la música tecno y a las puestas de sol que les convocaban cada tarde acabaron por buscarles patrocinador y ponerles precio de chiringuito playero. Solo quedaron en pie los hippies de postal, una atracción para reclutar a visitantes curiosos.

Sin embargo, en estos días en los que la covid marca el ritmo informativo y lo copa todo, entre las noticias se ha colado la presencia de una comuna hippie en La Rioja. Un grupo de hombres y mujeres que se mueven siguiendo los periodos de luna nueva, que dicen buscar la armonía con la naturaleza y que practican sin freno el amor libre. Su presencia, sus ceremonias en círculo, han despertado el mismo interés que una repentina aparición de la Santa Compaña. Tanto ruido mediático en torno a ellos acabó provocando la llegada de la Guardia Civil en uniforme de aguafiestas. Por lo leído, no había motivos para echarlos de vuelta a casa pero un registro permitió encontrar un arsenal de viagra que según mi interpretación o tiene que ver con la edad de los sujetos masculinos allí reunidos o con un frenesí sexual fuera de cualquier mesura.

En busca de aquel paraíso que les arrebataron, el grupo seguirá errante tras la Luna. Su refugio temporal no está muy lejos de la muga de La Rioja con Navarra. Hasta es posible que los acabemos encontrando en uno de nuestros montes. Como un rebaño de pacíficos braquiosaurius.

En busca de aquel paraíso que les arrebataron, el grupo seguirá errante tras la Luna. Es posible que los acabemos encontrando en uno de nuestros montes