ue a finales del pasado septiembre cuando el contenido de un informe del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (ISPLN) animó a interpretar que la pandemia había llegado a su fin o estaba ya muy cerca de hacerlo. El documento abundaba que el covid pasaría a ser en adelante "endémico o estacional". No sé si al ver año y medio después una luz al final del túnel o por las ganas que todo el mundo teníamos de guardar las mascarillas y recuperar la normalidad cuanto antes, fruto de lo uno y de lo otro, el documento acaparó titulares y comentarios. Hoy, aquel derroche de optimismo, de pasar página a toda velocidad, se antoja una inocentada fuera de fecha cuando las últimas restricciones adoptadas nos retrotraen en el tiempo un año atrás, a ese momento en el que las campanadas de la medianoche nos recuerdan que somos Cenicienta rodeada de virus y hay que volver rápido a casa.

¿Cuándo se va a acabar esto?, nos preguntamos sabiendo que nadie tiene la respuesta. No hay datos científicos certeros y menos tras esta devastadora sexta ola que ha trastocado los esquemas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmaba en octubre que la pandemia "está lejos del final"; la pasada semana se atrevía a pronosticar que "debe ser" en 2022, aunque, lógicamente, tiene cuidado en no poner fecha. Veremos. De lo que sí advertía el organismo es del riesgo que sigue suponiendo el que en el mundo desarrollado se esté inyectando ya la tercera dosis mientras que en los países pobres la mayoría de sus habitantes no ha recibido todavía la primera. Y es que, como ha quedado demostrado con la variante ómicron, estamos ante una batalla global y las diferentes políticas sanitarias nacionales, de puertas adentro, no garantizan al cien por cien la inmunidad de sus propios ciudadanos.

Aquellas informaciones de comienzos del otoño anunciando el final inminente de la pandemia habrían tenido éxito un 28 de diciembre cuando la prensa de antaño jugaba a confundir al lector con todo tipo de noticias locas e increíbles que publicaban acompañadas de alardes tipográficos. Hoy la cosa está para pocas bromas en los hospitales y en las calles podemos asistir a una Nochevieja caliente entre quienes no aceptan las restricciones y no van a renunciar a la fiesta. Una noche de mala uva.

Aquellas informaciones de comienzos del otoño anunciando el final de la pandemia habrían tenido éxito un 28 de diciembre cuando la prensa jugaba a confundir al lector con todo tipo de noticias locas