a la luz de las encuestas y de la razón pura cabe inferir que la reedición del cuatripartito resulta factible con un grado de probabilidad discutible, mientras que se antoja un imposible categórico la reconquista de la Diputación por la derecha tricéfala de Navarra Suma más la ultraderecha de Vox. Si la aritmética permitiera renovar el Gobierno de Barkos, aun con otra prelación entre los socios e incluso un formato distinto, la continuidad del cambio quedaría asegurada. Sin embargo, en el verosímil supuesto de que esas cuatro fuerzas no alcancen los 26 escaños -la demoscopia más variada augura una pérdida mínima de Podemos de dos parlamentarios con destino incierto-, el PSN tendría la última palabra. Su líder Chivite ya ha dado la suya, en el sentido de que jamás apoyará una investidura del regionalista Esparza. Lo proclama con énfasis declarativo y la sana intención de difuminar los antecedentes contradictorios desde una lógica de supervivencia, pues el PSN extravió el 40% de su voto entre la claudicación ante UPN de 2007 y las forales de 2015, hasta un suelo de 45.000 sufragios. No obstante, lo que no explicita Chivite es si respaldaría una investidura de Barkos de situarse el PSN por detrás de Geroa Bai, y en su derecho está porque legítimamente aspira a encabezar un Gobierno a la vasca pero al revés, con presidencia socialista. El problema reside en que ese silencio induce a la sospecha porque sí se oficializa un veto preventivo respecto a EH Bildu, y por ahí asoma la sombra de una repetición electoral ante la duda de si mediará una mayoría absoluta de Geroa Bai, PSN, Podemos e I-E. Un pésimo negocio el de la nueva llamada a las urnas para el PSN, ya que conllevaría una polarización extrema con un nítido refuerzo de Barkos y Esparza como contraperfiles, más la consiguiente minorización del nicho sociológico más templado. Tal escenario ya lo maneja Navarra Suma como mal menor y por eso carece de credibilidad el envenenado ofrecimiento de Esparza a Chivite para que se comprometan desde ahora a apoyarse mutuamente. Al modo del turnismo que siempre benefició a UPN, eso sí, cuando comparecía con sus propias siglas.