tengo un amigo que vivía en Pamplona -creo que ha cambiado de continente, no sabemos donde está- que hace unas semanas, convencido, decidió cambiar de compañía de telefonía. Insensato él, reconoció que había hecho sus números, que la sustitución le salía mejor, tendría más líneas, más rápido, más películas, más...; que lo hacía todo el mundo; en el fondo, que seguiría siendo un hombre feliz y libre dentro de su alienación por la tecnología. Esto último debía ser cosa del cambio de servidores o algo así, supuse, tras su explicación.

Antes de que le perdiera de vista, me confesó que desde que inició el proceso, la portabilidad que dicen los sabios de esto, llevaba contabilizada una estadística de sucesos con la compañía de la que se marchaba que se resumía en un catorce llamadas recibidas, la mitad atendidas para que le dijeran lo mismo en casi todas; que también le habían mandado unos cuantos mensajes y que incluso respondió un par de encuestas “a una máquina”, me dijo conocedor del terreno por donde estaba explorando?

Como es un tipo calmado, entendía perfectamente su paciencia para con estos recién llegados a su vida -los teleoperadores-, que estaban dispuestos a realizarle un exorcismo telefónico para que no se fueran con los otros, con la otra compañía, que en los modos es la misma, que también apretará y acosará cuando se haga el camino contrario.

Me contó que le hablaron de casi todo, que le preguntaron cosas absurdas para no atender su respuesta y que incluso notó más de un tono amenazante y faltón en algunos de los diálogos.

Antes de que le perdiera de vista, me dijo que la tenacidad de los telefoneadores que le perseguían quizás tendría que ver con imitar la perseverancia que practican los directivos de estas compañías para negociarse sus golosos contratos y pergeñar esas grandes operaciones que montan que, cuando salen mal, se llevan por delante a un buen número de operarios de la parte baja del escalafón, de los que llaman sin cesar a cualquier hora, como si les fuese la vida. “Que jodidos son algunos trabajos”, me dijo, creo, impulsado por ese amor que es comprensión por el prójimo.

Mi amigo desaparecido no coge el teléfono. A mí me empezaron a llamar ayer para no sé qué....