En el año que hoy se nos va emoji ha sido la palabra de moda seleccionada por la Fundéu en un claro guiño a las nuevas tecnologías y formas de comunicación y de expresión. En la cuasidictadura tecnológica que vivimos y muchas veces padecemos se descuida tanto la ortografía como se abusa de la simplificación lingüística. La gente, de cualquier edad, somete a sus congéneres al envío compulsivo de esos simpáticos monigotes que en muchas ocasiones no hacen sino confundir al destinatario por su simpleza y su vaguedad de significado, que muchas veces parece un jeroglífico. Se despersonaliza tanto el mensaje que se reduce al mínimo la comunicación real entre las personas. La palabra va perdiendo la batalla en el mensaje ante la imagen en su versión más simplista e infantil. La hemos arrinconado junto con la escritura y ahora lo propio es mandarse guasaps para comunicarse. Cada vez más para decirse menos. El lenguaje se adapta a pasos agigantados a la tecnología y a los nuevos tiempos y no tiene vuelta atrás, pero su pretendida agilidad y concisión y su fuerte impacto gestual no puede con la riqueza conceptual, expresiva y emocional de la palabra escrita. Pese a quien sostenga que son lo más cercano a un lenguaje universal que se ha creado. Que los códigos visuales tienen cada vez más presencia e importancia en la comunicación actual es una evidencia innegable, pero tiene bemoles que la palabra elegida por la Fundéu sea una imagen y que la palabra emoji, que proviene del japonés, nazca de la E de imagen y de moji , que significa letra o carácter . Los emojis vienen a regenerar la comunicación como el pacto presentado ayer entre Sánchez e Iglesias pretende regenerar la política. Los líderes de la izquierda presentaron ayer en la Moncloa, con varios meses de retraso, su cara de emojis sonrientes. Es el más usado en las redes, pero en una época en el que el emoji es el mensaje, el acuerdo de ayer manda un mensaje de mucho calado, valiente, ambicioso y necesario. El mensaje es inequívoco y tiene caras: el cambio se instala en el poder.