De pocos textos entre los miles que he escrito en más de tres décadas de periodismo me han llegado tantos comentarios como del que publiqué el otro día bajo el título Mucha policía, poca diversión. Las reacciones a dicho artículo obedecían a que atribuí la autoría del título de la columna a una canción de los RIP cuando en realidad es de Eskorbuto. Un desliz que dio pie a infinidad de comentarios diversos y sobre todo divertidos que me advirtieron de este lapsus al confundir dos grupos que no se prodigaron mucho por Navarra. No obstante, quienes tengan bien cumplidos los 50 quizá se acuerden de sendos conciertos ofrecidos en el centro de Pamplona con la lluvia de molesto acompañante. El de RIP, en el quiosco de la Plaza del Castillo, pudo desarrollarse una vez que un espectador facilitó un guante al cantante, que de esta forma amortiguó los calambrazos que sufría cada vez que agarraba el micrófono. Y el de Eskorbuto, una tarde de un triste 14 de julio en las txoznas al lado de Antoniutti, también quedó muy deslucido por la lluvia. Hecho este larguísimo paréntesis, debo decir que en ninguno de estos comentarios se discrepaba con el contenido del artículo, ya que es generalizada la sensación de que policía y diversión son conceptos diametralmente opuestos. Y ahí seguimos, ya en el segundo año de pandemia, con una presencia policial en las calles difícil de entender. Por ejemplo, ¿tiene sentido que hasta tres cuerpos policiales motorizados patrullen sin parar durante toda la tarde por la relajada Plaza del Castillo? ¿Aporta algo ese patrullaje masivo en situaciones de calma chicha? ¿Ha habido alguna circunstancia que justifique un preventivo despliegue de esta magnitud? ¿No sería más conveniente seleccionar el quehacer de los agentes con criterios de eficiencia en lugar de establecer controles que solo ocasionan molestias a una ciudadanía que, en su abrumadora mayoría, cumple todas las restricciones a rajatabla? ¿Por qué no se utilizan los recursos policiales cuando realmente hacen falta, como cuando se dan situaciones de flagrante incumplimiento? ¿Y no sería más eficaz sacar a la Policía cuando hay colapsos circulatorios, en lugar de provocarlos con controles como el montado en los accesos a SendaViva, por citar solo uno de ellos? En definitiva, ¿a qué viene este exceso? ¿Va a dar alguien explicaciones? Ya va siendo tarde.