el sistema educativo navarro vuelve a ponerse en marcha con la vuelta de las alumnas y alumnos a las aulas y el inicio de su calendario lectivo tanto en Infantil, Primaria y Secundaria como en Bachiller y FP o el ámbito universitario. Decenas de miles de niños y jóvenes inician una nueva etapa que siempre acaba siendo crucial en su futuro. El curso comienza con un pacto educativo en el ámbito sindical histórico por el apoyo -más o menos crítico-, alcanzado entre el Gobierno y los representantes de los trabajadores y trabajadoras de este ámbito de la Función Pública y con la clave de acabar de revertir los recortes heredados de la anterior gestión política en Educación de UPN. Pero al margen de las decisiones de carácter político, el ámbito educativo asume sus retos propios, en los que la orientación pedagógica y los docentes adquieren un protagonismo fundamental. La comunidad educativa es clave para mantener los ratios de calidad tanto en los resultados académicos y la innovación pedagógica como en el papel de la escuela como motor de cohesión social, transmisión de valores y competencias lingüísticas, más aún tras los años de persecución sistemática a la enseñanza en euskera. E igualmente en los procesos de inserción sociolaboral y adecuación al mundo de la empresa que ha impulsado la FP. Se enfrenta al reto de acompañar y motivar a los estudiantes en su recorrido educativo, en una función en la que su preparación y formación continua adquiere importancia relevante. Los alumnos a los que los docentes deberán acompañar, adiestrar y orientar son niños y jóvenes cada vez más multilingües y digitales y la capacidad de aprendizaje debe combinar la adquisición de contenidos con el desarrollo de la autonomía personal necesaria para enfrentarse a la toma de las decisiones que les impondrá la vida. Para ello, Navarra cuenta con un sistema educativo de calidad asentado en la colaboración entre una red pública y otra concertada, que ha conseguido importantes avances desde el punto de vista de la igualdad de oportunidades. Así, el curso que se inicia debe servir para confirmar la fortaleza del sistema educativo navarro, comparativamente avanzado en términos de excelencia, para proteger la autonomía de los centros y también para prepararlo ante los importantes retos de futuro. No en vano, esa pretensión hacia la excelencia mediante la utilización del autogobierno ha logrado que el sistema educativo navarro sea referente en calidad de la enseñanza y en limitación del de fracaso escolar.