Con mayor o menor gravedad, la sucesión de incidentes sexistas se ha hecho un hueco en el punto de mira de la sociedad. No se trata de exacerbar ánimos frente a incidentes de consecuencias menores ni de minimizarlos. Afrontamos el reto de poner el foco en la medida justa de los hechos objetivos: la batalla contra el sexismo está en su punto álgido y la desigualdad por razón de género se está alimentando de actitudes sociales y políticas sobre las que hay que aplicar un severo rechazo. No cabe asimilar que un entorno festivo, con el consumo de alcohol que lo acompaña muchas veces, pueda propiciar agresiones, abusos o simplemente faltas de respeto por razón de sexo. Un incidente menor en Santurtzi no implica ser elevado a categoría, pero tampoco obviado. Otra denuncia por agresión sexual en Sanfermines merece un posicionamiento claro de la clase política municipal para que no queden dudas de la decisión cívica de ser intolerantes con los abusadores. Una agresión en el ámbito doméstico en Sestao exige también una firme respuesta. Cada caso particular requiere su contextualización, pero se está definiendo un discurso político revisionista de principios democráticos en materia de igualdad de género que exige mantener la máxima atención. Cuando se opta por silenciar un incidente, con la peregrina impresión de que la imagen del municipio en cuestión puede vese afectada, como se ha reprochado al alcalde de Iruñea, se está invirtiendo el orden de prioridades. La integridad de las personas va por delante; el libre ejercicio de la sexualidad sin coacciones, también. El verano, con su entorno festivo, conlleva el riesgo de que se frivolice sobre las situaciones que dan lugar a incidentes de abuso. No es inocente restar importancia a determinadas actitudes. No son “cosas de chicos”. Esas “cosas de chicos” están siendo amparadas por determinados discursos sexistas y se está articulando un pensamiento político de la mano de sectores ideológicamente alineados con la derecha extrema que han iniciado una cruzada contra la sensibilización social en materia de igualdad de género. No es inocente, por ejemplo, el negacionismo de la brecha de género que pretende convertir Vox en proposición ante el Parlamento andaluz. Se enmarca en una estrategia cuyas consecuencias alimentan actitudes machistas que rozan o directamente se instalan en el delito. Es reprobable y merece el señalamiento público.