la Encuesta de Población Activa (EPA) es sólo una encuesta y sus estadísticas ofrecen datos y lecturas contradictorias según las preguntas del sondeo, la época del año o los ciclos económicos , y más aún en el caso de Navarra, donde el resultado se basa sobre una muestra de encuestados mínima. De hecho, los datos que registra la EPA en el tercer trimestre de 2019 sobre desempleo y afiliación de la Seguridad Social son sensiblemente contradictorios con la realidad de las estadísticas del paro registrado por el Inem -el que identifica a personas concretas cada mes en las oficinas de demanda de empleo-, y aún así Navarra se mantiene como la comunidad, junto a Baleares, con la menor de desempleo con el 8,1%. El paro subió en 1.800 personas en este tercer trimestre del año en Navarra, lo que supone un aumento del 7,57 % respecto al trimestre anterior y sitúa el número total de desempleados en 25.900. Pero en el balance anual, el paro descendió en la Comunidad Foral 4.400 personas en comparación con el mismo trimestre del año anterior. Es decir, un mal dato de la EPA para un buen balance de la evolución del empleo y el trabajo en el conjunto de año. O lo que vino a argumentar la consejera de Derechos Sociales del Gobierno de Navarra, Carmen Maeztu: “Un mal trimestre dentro de un buen año”. No obstante, al igual que las falsedades y manipulaciones sobre los niveles de cohesión social, empleo y actividad económica de Navarra desmienten a los altavoces políticos y mediáticos que las airean, tampoco los datos del nivel de creación y calidad del empleo pueden quedarse en la mera autocomplacencia. Sigue quedando mucho por hacer. De hecho, los sindicatos alertaron ayer de la subida del paro femenino y la precarización. Para empezar, el empleo nuevo sigue lastrando las malas condiciones del mercado de trabajo derivadas de las sucesivas reformas laborales, además de que Navarra ha sido una de las comunidades que, desde una mayor calidad salarial de partida, ha sufrido mayor pérdida de poder adquisitivo. Que Navarra vaya bien debiera ser un objetivo común de la política y del conjunto de la sociedad al margen de discursos políticos que sólo buscan encubrir sus propias responsabilidades en el deterioro global, incluido el ámbito laboral y social, del Estado de Bienestar.