El acuerdo presupuestario firmado ayer entre Navarra Suma y el PSN se puede vender como se quiera, y aunque resitúa al PSN como aliado tradicional de la derecha, en Pamplona es una bomba de relojería para ambas partes. Alto riesgo para Maya porque renuncia a principios claves que ha mantenido durante su etapa en la oposición en materia de vivienda, movilidad o memoria histórica. Y para el PSN porque un documento de apenas cinco puntos con la rúbrica de Esporrín concede todo el poder a Maya en el principal ayuntamiento de Navarra y en un momento en el que la ley de estabilidad presupuestaria le permite al Consistorio elevar el presupuesto hasta los 235,8 millones. Los socialistas demuestran una vez más que el pacto de progreso en el Parlamento no es extrapolable a Pamplona. Si no hay sillón presidencial dejan de querer aliados de progreso. Y a eso le llaman responsabilidad. Maya se mostraba ayer satisfecho con esta operación exprés. No es para menos, ni siquiera ha dado opción para que el PSN recule. Lo acepta todo. Y lo hace porque realmente no tiene otra salida. 26 enmiendas que se incorporan a su ideario como si no pasara nada. Pero sí pasa. Lo de menos son los proyectos, si están o no de acuerdo, lo importante es la foto que consigue Navarra Suma rompiendo su racha de cinco presupuestos prorrogados. Maya logra además un relumbrón que no tenía, de ser un alcalde en la sombra a liderar proyectos importantes como el parking de Santo Domingo promovido por sus antecesores. El corredor de Labrit, el carril bici en Amaya, eliminar los aparcamientos de Pío XII, revertir Padre Moret o aceptar la ubicación de las nuevas viviendas sociales. Lo que antes no valía ahora le sirve. Da igual el programa. Maya recoge muchos de los proyectos que en realidad tienen el cuño de la anterior mayoría de progreso. Sin desmerecer las propuestas socialistas y el esfuerzo en recursos y ayudas sociales en plena pandemia, el PSN queda al albur de una mayoría conformada por tres fuerzas de derechas, UPN, PP y Ciudadanos, cuya impronta se verá cuando traten de recortar o privatizar servicios o controlar políticas de infancia, los centros comunitarios, la igualdad o la participación ciudadana. Con una junta de gobierno potente en la gestión diaria las grandes inversiones serán lo de menos si no quedan aparcadas. El PSN ya les había dado la razón al desmantelar los equipos preventivos sin contar con colectivos de barrios, en su ataque a la ordenanza del euskera o en los cambios en las escuelas infantiles para frenar el euskera. Habrá que ver qué hacen a partir de ahora para garantizar el cumplimiento de sus 26 retos.