l mundo asiste atónito, indignado y posiblemente en este caso también sorprendido -nada indicaba que la violencia fuera a desatarse de nuevo retrocediendo a la guerra de 2014-, a una nueva matanza de palestinos en la Franja de Gaza. Los bombardeos del Ejército israelí han asesinado ya a más de 80 personas, la inmensa mayoría civiles y casi una veintena de niños y niñas. La ofensiva con cohetes de Hamás contra territorio de Israel también ha asesinado a siete ciudadanos, también civiles. El origen esta vez es un nuevo intento de expulsar de sus hogares a familias de sus barrios de Jerusalén Este para ser ocupados por colonos sionistas. Las protestas de los ciudadanos árabes en la mezquita de Al Aqsalia fue respondida con una fuerza desproporcionada por parte de las Fuerzas de Seguridad y con la violencia desatada por grupos de jóvenes ultraortodoxos. A partir de ahí, Hamás, un grupo islamista terrorista de Palestina, respondió con el lanzamiento de cohetes sobre objetivos indiscriminados e Israel a su vez atacó con su muy superior fuerza militar otra vez Gaza, demoliendo desde el aire edificios enteros y causando decenas de víctimas inocentes de forma indiscriminada. De nuevo, el pueblo palestino pone al conflicto el mayor número de víctimas. Tras cuatro días de ofensiva militar, Israel prepara ya una operación terrestre, similar a la de 2014, que se saldó con más de 2.000 palestinos muertos y más de 10.000 heridos. El expolio de tierras y viviendas y la humillación constante de la población palestina por parte de colonos sionistas con el amparo y apoyo de las fuerzas militares y policiales de Israel está derivando en un genocidio planificado y sistemático de la población de Gaza. Y ahora se está extendiendo también a la caza y captura con violencia por parte de supremacistas judíos contra la población palestina en las ciudades mixtas de Israel. Las imágenes muestran un fanatismo similar al que practicaron los nazis y otros movimientos fascistas contra el pueblo judío y que terminó en un Holocausto con seis millones de víctimas. Tras todo ello, la errática gestión del corrupto Netanyahu que ha impulsado como estrategia política un modelo de Estado en manos de las consignas más extremistas de la ultraderecha sionista y racista. Como siempre, Europa y EEUU miran para otro lado ante el cúmulo sistemático de violaciones del Derecho Internacional, de los convenios en defensa de los Derechos Humanos y de las resoluciones de la ONU. Están allí, pero no se les espera.