Me pregunta Lutxo: ¿Y tú, cómo puedes saber cuándo estás seguro? Y le digo: yo nunca estoy seguro de nada, Lutxo, viejo amigo sin gracia pero gracioso a su pesar. Yo, de lo único que estoy seguro, es de que me voy a morir. Pero no me hables ahora de Esparza, anda. Y entonces me pregunta: ¿De qué Esparza? Y le digo: ¿Pero, tú no eras de la UPN? Vaya forofo. A ver, Esparza es un buen tío impagable, eso es innegable. Amigo de sus amigos, etc. Lo que pasa es que, a veces, te hacen preguntas, te pones un poco nervioso y ya no es solo que digas mal lo que no piensas bien: es que te lías y ya no sabes ni lo que tienes que pensar. No sé si me explico. Así que no me digas lo ha dicho Esparza porque seguro que suena raro. Yo, lo que sí te digo, es que, respecto a ese tema horrible, lo importante es la enormidad del encubrimiento. Eso es lo importante. El encubrimiento como práctica generalizada. El encubrimiento institucional, categórico, jerárquico. El encubrimiento sistemático prolongado en el tiempo y en todos los países y naciones durante décadas. Se propagó una cultura del encubrimiento que involucró a todos los que callaron. Se generalizó un espacio de impunidad. Los propios criminales acababan quitándole importancia al crimen. Eso es lo que habría que juzgar. Y lo que ningún juez juzgará. Pero cambiemos de tema, vale. Hablemos de algo más alegre. Ya falta poco para las fiestas. Claro que ahora, en la derecha, tenéis un cisco. O sea, un cisma, digo. La cosa no está muy clara. Por un lado Esparza con Maya a la cabeza y, por el otro, El duo dinámico. Menudo dilema. No sabrás a dónde mirar, ¿no, Lutxo? Cuidado con la torticolis. Que no tiene nada que ver con la tortilla de brócolis. La torticolis es el dolor de cuello, Lutxo. Que sí, que ya sé que lo sabías. Pero yo te lo decía por si acaso.