Cortafuegos, firewalls, antispam, antivirus, pins, contraseñas... Ceros y unos son los nuevos soldados que hoy salvaguardan nuestras declaraciones de la renta.

Lunes 30 de mayo, me preparo para acudir a la cita que había solicitado para declarar sobre mi renta. Me preparo (por decir algo), creo que es suficiente con llevar el DNI y el PIN, al menos así lo recuerdo de años anteriores. Esto es como viajar con billete electrónico, DNI y a volar. Voy para allá, son las 10.30, nada más entrar me recibe un guarda de seguridad, el cual me indica la mesa en la que he de confirmar mi cita, me acerco, tomo asiento, me siento cómodo y seguro. Una amable funcionaria me pregunta si llevo imprimida o impresa la declaración del año pasado, respondo que sólo llevo el PIN que, cual tesoro, guardo en mi mente junto con otros códigos, contraseñas y demás llaves binarias que navegan por mi cerebro pero... ¿cuándo me lo va pedir? Tarde o temprano, seguro. "El DNI, por favor", Tenga usted amable funcionaria, ¿Y el PIN? ¿Cuándo piensa pedírmelo? ¡Que se me va a olvidar! Escucho de fondo el tecleo de los dígitos de mi DNI, intro, print y ¡voilá! La impresora escupe rápidamente. Ya la tengo en mis manos, mi declaración del año pasado con el PIN en el reverso. ¡Olé! ¡Esto sí que es seguridad!