Celebramos el Día Internacional de la "Madre Tierra", que no es sino nuestra casa común, para recordar que el planeta y sus ecosistemas nos dan la vida y el sustento. Con este día, asumimos, además, la responsabilidad colectiva, como nos recordaba la Declaración de Río de 1992, de fomentar la armonía con la naturaleza y la Madre Tierra y promover la ecología, la protección del medio ambiente y fomentar acciones para preservar los ecosistemas.

La naturaleza está sufriendo. La Madre Tierra nos pide que actuemos. Los incendios en Australia, los mayores registros de calor terrestre y la peor invasión de langostas en Kenia... Ahora nos enfrentamos al COVID -19, una pandemia sanitaria mundial que también tiene una fuerte relación con la salud de nuestro ecosistema. El impacto visible de este virus se ha hecho notar en la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero; que, aunque temporales por la trágica desaceleración económica y la angustia humana, nos pudieran hacer pensar en que la tierra necesita un descanso y debieran aumentar nuestra sensibilidad y compromiso con el cuidado por la Madre Tierra.

El cambio climático, una de las mayores amenazas para el desarrollo sostenible en todo el mundo como consecuencia de las acciones insostenibles de la humanidad; los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, que han hecho perder un tercio de la vida silvestre global; los crímenes que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o el creciente comercio ilegal de vida silvestre con el aumento de enfermedades infecciosas trasmitidas de animales a humanos nos evidencian las estrechas relaciones entre la salud humana, animal y ambiental.

Entre enero y febrero de 1969, en Santa Bárbara, California, se produjo uno de los desastres ambientales más graves en Estados Unidos, causado por el derrame de petróleo de un pozo de la Unión Petrolera. Este hecho sirvió para llamar la atención de la opinión pública sobre la situación de nuestro planeta y quizás por ello fue en 1970 cuando se celebró por primera vez el Día de la Tierra o de la Madre Tierra

En estos 50 años, esta efeméride ha contribuido significativamente a las iniciativas ambientales en todo el mundo que, en 1992, condujeron a la organización en Río de Janeiro de la llamada Cumbre de la Tierra, la primera conferencia mundial de Jefes de Estado sobre el medio ambiente. Desde entonces, el Día de la Tierra también se ha convertido en una oportunidad para difundir información científica y concienciar a la gente sobre los riesgos que plantea el calentamiento global y las soluciones que se pueden adoptar para combatirlo.

Las Ikastolas de Navarra consideramos necesario trabajar por un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras; por ello, intentamos promover la armonía con la naturaleza y la Tierra. Entre los valores que intentamos fomentar, el de la responsabilidad ocupa un lugar fundamental: responsabilidad para con uno mismo y con los demás y como no, responsabilidad con el futuro de nuestro planeta. Convencidos de la importancia de la educación para la sostenibilidad intentamos impulsar el aprendizaje y participación de toda la comunidad educativa promoviendo dichos valores de sostenibilidad (ecológicos, económicos, sociales, culturales, de salud, de equidad, de justicia social...) desarrollando acciones dentro del centro y en su entorno próximo.

Hace más de tres décadas que se celebró la primera fiesta de las ikastolas en favor del euskera en Navarra: el Nafarroa Oinez. En coherencia con nuestra filosofía de sostenibilidad hace ya varios años, analizado el impacto medioambiental que producía dicha celebración, se consideró fundamental planificar la protección del territorio. Con el objetivo de minimizar la posible huella ecológica de la fiesta, entre otra serie de acciones, desde 2008 llevamos a cabo el proyecto: "Oinez Basoa", que fomenta la recuperación de los bosques y la plantación de árboles en lugares señalados cada año.

Intentemos hacer que todos los días sean el día de la Tierra comprometiéndonos con el cuidado diario de nuestro planeta. Nuestras pequeñas acciones pueden generar grandes cambios.