Se confiaba en abril para compensar en parte la escasez que afecta a medio país. También en el ángel de Aralar que salió del santuario con una plegaria colectiva por la lluvia. Pero no ha sido así, ni con rogativas llueve. Los agricultores dan por perdidas las cosechas de secano en el centro y sur de la Península y temen por las siembras de verano. En el caso de la Ribera de Navarra, ven arruinada la cosecha de secano (no hay más que ver las imágenes de los matojos que no crecen como espigas), y los cultivos que dependen de los pantanos como Yesa y el Ebro empiezan a sufrir las restricciones de agua en los cultivos, están planteando sustituir hortalizas que requieren de mucho riego o descartan poner una segunda cosecha. Los seguros estarán revisando pólizas a toda máquina.

Parece claro además que la sequía y los altos costes de producción harán que en los próximos meses se encarezcan todavía más los precios de las hortalizas, cítricos y frutas con hueso. Y derrochar el agua del grifo nos costará muy caro en el recibo más pronto que tarde.

Una sequía que afecta a media España y muchas poblaciones de las zonas más afectadas, como Cataluña o Andalucía, ya sufren sus consecuencias. No son escenarios futuribles porque ya hay zonas del ámbito mediterráneo que están siendo abastecidas mediante cubas. Las medidas más contundentes se han adoptado en Cataluña. La comunidad ha activado la fase de excepcionalidad para más de 200 municipios, lo que implica restricciones a seis millones de habitantes, entre ellos, Girona, Barcelona y su área metropolitana. Sevilla y parte de su provincia a su vez prohíben desde el pasado octubre el riego de jardines y zonas deportivas públicas y privadas con agua potable, así como la limpieza de calles o el llenado de piscinas –de nuevo públicas o privadas– que no tengan un sistema de recuperación. Los cortes de agua serán el último recurso pero más que probables este verano. Las restricciones de agua pueden provocar un efecto no deseado y el enfrentamiento entre la población (de nuevo norte y sur). A otra escala pero la falta de agua ha causado y causa guerras y migraciones en otras zona del planeta (Yemen, India, Somalia, Nigeria, Colombia). Conflictos que pueden darse también en países desarrollados. Un futuro distópico no tan lejano. Regar jardines, un césped, un campo de golf o llenar una piscina pueden llegar a ser vistos, desde el ámbito rural, como una afrenta por quienes no pueden plantar tomates o pimientos y viven de ello. El trasvase de agua sobrante de zonas húmedas y su impacto ecológico generará también fuertes conflictos. Los expertos están hablando de medidas de cooperación a nivel mundial para resolver el gran problema del futuro –el agua– como la desalación de agua de mar, incremento del agua de lluvia, trasvases de agua de un país a otro, conservación y reciclaje de agua, gestión eficaz del consumo, una utilización mejor del agua para uso agrícola... en un planeta tocado.