reo que solo los más viejos del lugar -donde ya me voy incluyendo- tienen ya alguna noción de aquella teoría de los quesitos que esbozó Sanz allá por 2008 o 2009. Se trataba de reconocer que UPN era la minoría mayoritaria de la política navarra y que solo mantener atrapado en sus redes al PSN le garantizaría en el futuro seguir instalado en el poder. Aquella teoría saltó por los aires en 2012, cuando se rompió el Gobierno de coalición entre Yolanda Barcina y Roberto Jiménez y se confirmó su paso a los libros de historia del futuro -donde tampoco creo que alcance como referencia más allá de alguna nota curiosa a pie de página-, en 2015, cuando las propuestas políticas de cambio en Navarra asumieron la gestión del poder en el Gobierno y en la gran mayoría de los ayuntamientos navarros. Y a la par de todo ello, también los tiempos políticos han ido cambiando. Los cimientos de aquel cambio de 2015 se consolidaron en 2019, en este caso con el PSN con protagonismo institucional, lo que demostró que esa apuesta política había arraigado con fuerza social, política e institucional en Navarra. Que los actuales dirigentes de UPN no lo hayan querido ver -su apuesta absurda e inútil por la alianza con PP y Ciudadanos en Navarra Suma es el mejor ejemplo de esa ceguera política- no modifica esa realidad. La moción de censura que han presentado en Estella-Lizarra EH Bildu, Geroa Bai y dos concejales del PSN -sin apoyo de la dirección, que ha anunciado su expulsión si se lleva a cabo y los convierte en tránsfugas, al menos en las formas- es otro ejemplo de esa fortaleza social y electoral de las opciones que defienden otras fórmulas de practicar la política, de gestionar los recursos presupuestarios públicos, de interpretar la participación democrática o de alcanzar consensos básicos de convivencia. Funcionó entre 2015 y 2019 y sigue funcionando ahora con todos los problemas y sombras que acechan a los retos de este complejo siglo XXI. Esta moción de censura también evidencia la incapacidad del discurso duro y bronco de UPN, y de sus aliados en Navarra Suma, para alcanzar acuerdos que le permitan mayorías democráticas allí donde no las tiene. Estella-Lizarra, como Pamplona y otros municipios de su Comarca, son ejemplos de que ése es un camino políticamente inútil y de corto recorrido. Se acabó aquella versión oficial inmutable e infalible, con apariencia democrática, de la inevitabilidad del acceso al poder de las derechas por Ley Natural. La teoría de los quesitos forma parte de la vieja política y la vieja política es ya un pasado al que no hay vuelta en Navarra.