pasó el día 6. Y con él se fue en gran parte esta extraña sensación de no Sanfermines con la que vamos a convivir durante nueve días. Nueve días de fiesta aplazados a 2021, que ahora recuperamos para la mochila de este extraño verano de 2020, en los que la agenda no la marcará el ritmo de la fiesta sino el día a día de cada cual. Y transitaremos por ellos con la sensación extraña de que algo nos falta, pero ojalá con la tranquilidad de que la nueva normalidad sigue su curso sin retrocesos. Iruña ha estado varios años en el punto de mira durante sus fiestas por diferente motivos ajenos a los Sanfermines. Y en todos ellos ha salido fortalecida, con la fuerza colectiva de una ciudad que sabe en cada momento lo que está en juego. La prueba de ayer no era sencilla, como no lo es la de hoy y quizás no lo será la de alguno de los próximos nueve días, pero del comienzo de esta historia dependía mucho como pueda acabar. Y es que donde algunos ven cuadrillas con ganas de fiesta o encuentros espontáneos y felices, otros muchos vemos riesgo; riesgo de contagios, de confinamiento, de distancia y momentos duros. Porque como dijo hace unos días la Consejera de Salud, Santos Induráin, este año el riesgo no está en las cornadas de los encierros, sino en las que puede dar el virus.