eguimos instalados en la confusión y esta además es cada vez más inquietante. Al confinamiento inicial le siguió tras el verano la segunda ola y a esta le va a suceder ahora una tercera. Una realidad similar en todo el planeta Tierra. La primera semana de enero ha batido récord de contagios en el mundo. No sé si es de nuevo tropiezo en la misma piedra o solo que pese a los avances sanitarios y a la llegada de las vacunas -en pocos días, Europa validará una tercera-, el coronavirus está ahí. Pero lo que parece claro es que la necesidad de salvaguardar la Navidad se parece mucho a la estupidez política de los No Sanfermines, las No Fiestas y el negocio del verano que derivó en una segunda ola de coronavirus con cifras dramáticas de fallecimientos, restricciones y cierres. Escucho a dirigentes políticos admitir ahora que quizá no hemos hecho estos días lo que había que hacer. El típico disfrutamos de la Navidad por encima de nuestras posibilidades. No deja de sorprenderme esa facilidad para eludir las responsabilidades políticas de las decisiones que adoptan y trasladarlas a la sociedad. Los datos tampoco son buenos en Navarra y hoy se anuncia una vuelta atrás de las restricciones con los ojos puestos de nuevo en la hostelería y las superficies comerciales. Tampoco sale bien parado el deporte navarro. No son tan malos como hace unas semanas, sobre todo en ingresos hospitalarios, UCI y mortandad, pero las expectativas de la evolución en las próximas semanas no son optimistas. En realidad, el comportamiento social de la inmensa mayoría de los navarros y navarras ha cumplido las normas y recomendaciones anti-covid estas navidades, y lo datos del origen de los contagios no apuntan precisamente a la hostelería de forma generalizada. Esto es, por quienes han incumplido las normas mínimas de precaución -mascarillas, distancia, gel y límites en las reuniones-, hay sectores y personas que están pagando un alto precio económico, laboral y muchas familias también humano. Eso es así. No es fácil decidir en una situación compleja como la que vivimos y sí lo es errar para unos o para otros. Se trata de evitar decisiones y mensajes que ahonden en ese estado de confusión. Salud lleva dos semanas lanzando datos sobre los planes de vacunación que se incumplen sin que haya explicaciones claras. Navarra ha utilizado el 46% de las vacunas disponibles, una de las comunidades del Estado con menor porcentaje. Habrá, seguro, motivos que lo justifiquen y estaría bien ser transparentes en una cuestión de alta sensibilidad social como este proceso de vacunación masiva, que exige además rapidez. Coherencia para despejar y no aumentar las ya muchas dudas, temores e incertidumbres de la sociedad y afianzar la confianza colectiva en las medidas sanitarias y sociales que se plantean a los navarros y navarras. Hoy se anuncian nuevas medidas que deberían ser comedidas con la responsabilidad social y la realidad sanitaria sin bajar la guardia, las exigencias y las precauciones. Eso va para meses. La lluvia de propaganda no sustituirá en la opinión pública los efectos de las decisiones y de sus resultados.