o creo que me equivoque mucho si digo que para una gran parte de la sociedad navarra decir "quedamos en el Museo" es quedar en la puerta del bar de San Gregorio para comerte uno de sus típicos pintxos. Pero obviamente eso no es un museo, por muy bien que suene ese nombre para un bar. Y pasar por su barra no cuenta como cita cultural. Por aquí los bares, se llamen como se llamen, no necesitan un día propio, lo tienen los 365 días del año (alguno menos en este que nos ocupa por la pandemia), pero los que sí necesitan uno o más días son los museos y centros de arte, espacios que para otra gran parte de la sociedad son lugares donde siempre encuentras tu sitio, como ese bar conocido que te acoge. Navarra, como el resto del Estado, ha mantenido sus espacios culturales abiertos en las sucesivas olas de covid, con restricciones y medidas rigurosas de higiene y distancia, y ha sido un gran acierto. Y más si nos referimos a los centros de arte, con una oferta expositiva de altura, que han sido un verdadero refugio en estos cierres perimetrales. Pasear entre arte, mas ahora que de nuevo podemos viajar y disfrutar de otros espacios, es uno de esos placeres al alcance de todos y todas y que una vez que te engancha difícilmente te suelta. Y curiosamente, muchas veces son estos espacios culturales los que cuentan con locales de restauración y hostelería únicos y singulares, en una perfecta unión entre arte y ocio.