a Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos ha aprobado un nuevo medicamento para el tratamiento del alzhéimer. Todo un avance teniendo en cuenta que los fármacos actuales ni curan ni frenan el desarrollo de esta enfermedad, una de las demencias más frecuentes que a su vez está detrás del envejecimiento imparable de la población que, de algún modo, amenaza con aplastar a la civilización occidental. La lucha contrarreloj para frenar el deterioro cognitivo asociado a la edad es una batalla de primer orden. Intuyo además que los trastornos neurocognitivos van a ir a más, independientemente de la edad, en una sociedad exigente que nos ofrece todo tipo de avances para ganar en calidad de vida pero que a la vez nos somete a mucha tensión y estrés en la parte emocional y espiritual, en el ritmo de vida... Al igual que ha ocurrido con las vacunas contra la covid, dicen que los beneficios de la nueva terapia superan a los riesgos. Quiero pensar que, al igual que ocurrió tras la II Guerra Mundial con la industria armamentística y su trasvase a los avances tecnológicos, la covid también haya podido acelerar el desarrollo de la ciencia médica. Ojalá. Un enfermo de alzhéimer vive entre cuatro y ocho años desde el diagnóstico, aunque algunos llegan a los 20 años cargados de sufrimiento para el enfermo y sus cuidadores. Con células madre, impresoras 3D que reproducen órganos completos, vacunas contra coronavirus y medicamentos contra el alzhéimer, seremos un poco más inmortales. No tengo tan claro que más felices.